miércoles, 28 de agosto de 2013
Desplazamiento.
En Colombia, el desplazamiento interno forzado de población es un eje de larga duración; se inscribe en una confrontación armada multipolar y diferencial en las regiones; las víctimas son diversas: no pertenecen a una etnia, a una religión, a una clase o a un grupo social específico. La fragilidad de la Nación, unida a la virtualidad de los derechos y a la profunda debilidad de la democracia tiene efectos que producen cambios y estructuraciones en las culturas locales y nacionales. Al tiempo, se intensifican las situaciones de exclusión e intolerancia que padecen los nuevos desplazados expulsados a las ciudades. Emergen, en consecuencia, luchas por reconocimiento del derecho a la nación y a la ciudad, inscritas en una plataforma múltiple que debiera ser responsabilidad de todo el país: estabilización socio-económica reconocimiento social, inclusión política y reparación moral.
Las zonas donde más ocurren desplazamientos forzados son aquellas donde se desarrollan grandes proyectos de infraestructura. Otras zonas donde se presenta problemáticas de desplazamiento forzado son los corredores de cultivos ilícitos, tráfico de armas, paso del ejército, etc. Los territorios ricos en recursos energéticos y mineros (esmeraldas, carbón, petróleo, oro etc), son también lugares donde se presenta esta problemática. Ha esto se le suma el desplazamiento asociado a la violencia por bandas criminales y el conflicto armado.
El conflicto armado ha obligado a miles de personas a desplazarse a las grandes ciudades de Colombia, ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Barran quilla son grandes receptores de desplazados así como las capitales departamentales. La población desplazada afecta en muchos casos las cifras de las ciudades, aumentando los niveles de desempleo, pobreza y de localidades marginales.1
Las población en condición de desplazados llegan a las ciudades y forman las clase más pobre de las misma, se convierten en vendedores ambulantes, creadores de cultura popular, organizadores comunitarios, portadores de cultura política, entre otros. Los lugares donde esta población conforma sus hogares son en sitios de ladera y en las zonas de la periferia de las ciudades, conocidos como los "asentamientos subnormales". Ante la carencia de territorios urbanizables accesibles, esta población se ve obligada a invadir las zonas de periferias de las ciudades, que son ilegales, de alto riesgo y construidas en barrios informales.

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